martes, 1 de mayo de 2018

VENY DE LIRA – NO VELAS V


Cuando no había nada

Estoy más muerto de lo que podría haber estado. La mala suerte es mi sombra incluso en la noche más oscura. Creí tenerlo todo listo, pensé que el show había terminado y por lo que veo tan solo ha comenzado, lo que acabo de presenciar es la caída del telón, y con él, la caída de mis esperanzas.
- ¿El que quiere puede o no?- murmura el reloj de tic-tac nervioso, yo refunfuñando le contesto –para querer hay que saber qué se quiere- y admitámoslo, mi incertidumbre se huele a leguas…jamás se me pasó por la cabeza que fallaría. 
            ¿O no? Por qué el final sigue siendo el mismo ¿Acaso el ocaso se está postergando? ¿Quieres enamorarme nuevamente? No bastó con ser mutilado una vez ¿Necesitas que me recupere para poder enfermarme? Hipocondría y paranoia me apoyan, están a mi favor, me encuentran la razón, pero tú que sueles ser transparente y te jactas de estar hecho de sinceridad, dime presente ¿Por qué me das otra oportunidad? ¿Por qué le das un fósforo al pirómano cuando solo cae frío?
            Esto no ha sido azar, menos fortuna. Siempre dije y aún lo digo: “todo pasa por algo”; lo que matemáticamente es igual a “nada pasa porque si”. Quizás el desenlace debe ser otro, se encuentra calculado por ahí, mirándome de reojo. Pero no tengo miedo, ya que estoy preparado para fugarme a penas me vengas a buscar, ya me despedí y deje los garabatos donde tenía que dejarlos.

            Sigo impaciente, sinceramente no quería llegar a viejo, ni acercarme, entre nos no me vería muy bien (ni por dentro, ni por fuera). Herman Hesse ya lo escribió hace tiempo, y comparto su idea, el suicida no es solo el que llega al acto de eliminarse, si no también aquel que muere cada vez que intenta vivir. Así como Haller, tengo el calendario lleno de X despejando posibles fechas para clausurar el antro al que vino a encerrarse mi alma.

Solté una carcajada y luego un “por la chucha que soy quemao” al ver ropa tendida en el que solía ser mi patio. Ya era raro que estuviera el portón abierto y un auto donde solía estar el de mi madre. Incluso llegando a la que fue mi población sentía que algo fuera de lo previsto pasaría.
El enredo de estomago después de descubrir que mi final estaba siendo ofuscado fue gigantesco. El nerviosismo se apoderó de mis pensamientos, los cuales trataban de hacer sinapsis para hallar una solución óptima. Ya le había enviado un extenso correo a la que me mantuvo vivo y ya me había despedido de aquellos que me habían saludado. Se supone que aquel día estaba calculado para desaparecer tras muchas postergaciones semanales, guardaba el cuchillo en mi mochila, afilado con la ansiedad, llevaba un papel sacado de la croquera que me regalo ella en mi mejor cumpleaños (nº 20), llevaba lápices y también un bosquejo mental de lo que sería el adiós que le dedicaría a mi madre.

Vida frustrada, suicidio frustrado, mi animo se fue a pique con la lentitud de una roca hundiéndose en el agua.

Lo único que podía hacer era llamar a mi madre y decirle que ya no podía seguir quedándome donde Nicolás, debido a que su abuela estaría ahí por un tiempo para pasar las fiestas navideñas y de fin de año (las que yo quería eludir) Además ya era hora de que marchara y dejara de abusar de la voluntad y confianza de aquel buen sujeto.
Sorprendida por lo que pedía (irme a vivir con ellos ya que no tenía donde hacerlo) Me encomendó a mi padrastro. Lo llamé inmediatamente para acordar una hora, ese era el plan B, solo debía verle el medio lleno al vaso de cicuta que me contemplaba desde el velador, y aguantar unas horas o días. El deseo seguía consumiéndome. En la caminata de vuelta a buscar mis cosas, decidí llevar a cabo el acabose en el campo donde mis padres.

Acostumbrado al ritmo del nómada guarde mis cosas y las cargue en el auto. Vi en los ojos de mi padrastro la decepción y el desencanto. He visto tantos ojos iguales a esos, que no verlos me resultaría un acto fuera de rutina. Me trague el sermón que me cuchareó como el niño tragando cochayuyo. Se sujetó de la existencia y el cariño de mi abuela, para aconsejarme de irme donde ella, ya que en verano trabajo no faltaría al lado del lago y haría bien vacacionar y descansar de la ciudad. Yo solo decía si automáticamente, mi cabeza se encontraba en otra parte, estaba clavado en el horizonte, haciéndome 1000 preguntas y a todos contestaba de la misma forma.

Solo quería cerrar los ojos y no abrirlos más.

El regreso a casa me parecía humillante, no contaba con eso, pero por lo menos pude sentir el amor de mi madre y el de mis pequeños hermanos, cosa con la que tampoco contaba y estaba ignorando egoístamente.

(Tenía el cuchillo debajo de la almohada) Contuve mis lágrimas durante todo el viaje, hasta que me encerré en el que sería mi cuarto provisorio y me tendí en un colchón en el piso. El cuchillo debajo de la almohada, imagina esos sueños cortantes y filosos, me quede dormido escuchando el que sería el disco con el que me despedía y explicaba implícitamente mi decisión de marcharme. Mi cara se derretía. La carta que estaba destinada a mi madre se encontraba lista, llena de borrones y decorada con lágrimas que se escaparon en la composición queriendo acompañar aquellas palabras de dolor.
Llevaba alrededor de media hora pernoctando cuando mi hermano menor interrumpe con brusquedad, abre la puerta y me grita desde la entrada –buenas noches hermano, descansa- Mi sensibilidad solo pudo responder con una sonrisa derrumbada. Cerro la puerta y yo cerré mis ojos, haciendo un sándwich con lagrimas…-No puedo hacerlo aquí, los traumare, les haré más daño del que les haré si o si- Dije con el cuchillo en mi brazo, presionándolo, marcando su filo en mis venas. Antes de que interrumpiera estaba en la duda de si marcharme ahí en el colchón o levantarme en la madrugada y hacerlo en la ducha…Disipado y frustrado nuevamente.

Creí que mi estadía en aquel lugar tan relajante, pero al mismo tiempo atormentante, sería más larga pero no, solo fueron 2 días. Al segundo ya debía armarme un bolso porque me iría a vivir a Lago Ranco, allá mi abuela haría todo lo posible para conseguirme algún trabajo, ya que en Valdivia no fui capaz de conseguir o durar en uno. La depresión es mi fuero. Al enterarme de aquel plan lo único que se me vino a la cabeza fue –Allá será-.

Llegué y mi abuela estaba feliz de que la acompañaría y viviríamos juntos. Inmediatamente empecé a entregar curriculums, sabiendo por dentro que lo hacía solo para hacer tiempo. Lo que desconocía era la situación en la que se encontraba mi abuela, tenía a su madre enferma y debía cuidarla y preocuparse de ella la mayor parte del tiempo. Un día cayo enferma y tuvo que ser hospitalizada, asi estuvo varias semanas, entre rehabilitaciones y decaimientos, hasta que se tuvo que ir a vivir con nosotros. Los 3 en casa más una señora que debía cuidarla mientras mi abuela trabajaba.

No puedo hacerlo aquí, a pesar de que cada segundo que pasa me consume más, me hundo, no sé como describir este sentimiento, es un vacío enorme, que me come, que me quema, que me hiela, me tortura, mi memoria me está matando, mis deseos de abrazarla y besar sus tibias mejillas me carcomen. No puedo hacerlo ahora, debo esperar más.

Pasó un mes fuera de las drogas y el alcohol, aun no conseguía trabajo. La biblioteca se transformo en mi amiga, gracias a ella amenicé el martirio. A parte un pequeño amigo de 16 con el que jugaba cuando era chico y solía vacacionar en Lago Ranco fue mi compañía durante unas semanas, gracias a él la depresión no fue tan drástica como en un principio. Salíamos a jugar a la pelota por las tardes y nos íbamos a bañar al Lago, hasta que se regreso a su pueblo natal. Nuevamente me encontraba solo, acompañado de libros de filosofía y novelas.

Hasta que un día recibí el llamado del que sería mi jefe por la temporada de verano que ya se estaba acabando. Realmente mi voluntad estaba en el suelo y no tenía ganas de trabajar para nada, pero tenía que hacerme la idea de que debía por lo menos esperar a que mi bisabuela se recupere y regrese a su casa o se muera, y pase un tiempo de luto en el hogar para luego yo acompañarla en su viaje. Acordamos en juntarnos para que me explicara en que consistía mi trabajo. Trabajaría de guardia en un parque acuático, yo que nunca en la vida hubiera trabajado de guardia jaja, pero ya estaba muerto, que más daba. Realmente esperaba que fuera un trabajo el cual me cargaría levantarme todos los días para realizarlo, pero no fue así, ni siquiera era guardia como el que yo tenía estereotipado en mi cabeza, era tan versátil que ayudaba en todas partes con tal de mantenerme ocupado. Era agradable trabajar ahí y mantener la cabeza en otro lado. El trabajo me daba tiempo para leer mucho y conocer personas, 2 cosas que necesitaba para mantener lejos la amargura.
Aunque su recuerdo jamás me abandono, siguió ahí siempre, nunca me dejo solo, es como si siguiera comprometido, enamorado y enganchado. Creo que aunque me fuera a China seguiría ahí, tiene su pieza amoblada en un rincón (grande) de mi alma, y sinceramente no quiero echarla, no puedo, pero debo.


Cuando no llevábamos ni la 2º semana de trabajo ya me había construido confianza con mis compañeros y jefe. Llevaba más de 1 mes sin consumir marihuana, pero eso acabo cuando descubrí que una compañera tenía una mano pulenta. No lo dude, ya nos habían pagado lo que trabajamos de Enero, así que decidí comprar algo, creía que había pasado tiempo suficiente y que no habría una repercusión sicológica. Lamentablemente no la logro hacer, pero ella andaba con un resto y una pipa, “así que no se diga más señor” Espero a que termine mi turno y nos encerramos en la que era la caja del parque, y fumamos y fumamos…quede como chala.

Fue un buen término de verano, luego de 3 intentos seguidos de suicidio frustrado.  A parte de la buena onda de los compañeros, hubieron visitas que me alegraron el alma y gente que conocí que expandió mi forma de pensar y mi cosmovisión. Aunque sigo herido como si me hubieran disparado ayer, por más que pase el tiempo nada me cura.
Regrese a donde fallecí, vi a aquellos que deje en el camino, sentí el amor que me tenían, vi a la que me mantuvo con vida, me ignoró, me duele, de verdad que me duele. En conclusión nada ha cambiado desde el día que me marché, sigue la meta angustiada apurando mi paso. Hay días que con suerte tengo fuerzas para levantarme de la cama, te necesito con tantas ansias que ya no sé si estoy vivo o me maté en la primera oportunidad.

Dicen que antes de venir al mundo nos muestran las vidas que nos gustaría vivir y nosotros elegimos, creo que algún enemigo de mi antigua vida me hackeo y me cago bacán.

Lo único que me mantiene respirando es la esperanza necia de volver a abrazarla y decirle todo lo que he pensado durante estos 100 años de soledad.


Si no fuera por que te tengo a mi lado y te estoy susurrando todo este drama, no pararía de salivar…

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